diciembre.
Ella viene con aires de revolución. Me enseña, valiente, las heridas de guerras pasadas. Grita, cuando nadie mira, y se cree invisible. Pero ella no sabe que aquí nadie es capaz de no escucharla. Porque sus palabras te hacen creer, en la magia, en lo que dicen De que no hay quien se le resista. Y ella, ingenua a todo el revuelo que provoca, sigue bailando Sigue riendo y sigue haciendo terremotos Que derrumban muros y edificios, Y que me unen a ella. Porque no hay nada como liberarse y correr tras ella. Porque no hay más, que donde me lleven sus pasos. Porque es ella; y si no es ella, ya me diréis quién.